miércoles, 15 de agosto de 2007

Una ventana a otro lugar


Tuvo que viajar a miles de kilómetros, casi a otro mundo, para darse cuenta de lo afortunada que era por cada una de las cosas que tenía en su vida. Aprendió que no hace falta perder algo para darse cuenta del valor que eso tiene. Porque ella vio el valor de su mundo en otros ojos.

En aquel viaje perdió el derecho a quejarse de su vida….

Y se dio cuenta que todos preferimos mirar para otro lado. Que es mejor sentarse en una terraza y quejarte de que te han puesto la cerveza caliente o de que el autobús llega tarde, que acordarte de la gente de la que no se acuerda nadie.

En aquel viaje conoció a Víctor. Por más que él dijera, -sonriendo, siempre sonriendo-, que nunca se cansaba, su respiración se agitaba cada vez que tenían que subir más de 5 peldaños, su mirada, vieja y azul, desteñía tristeza. No hacía falta pasar mucho tiempo con él para entender el porqué de su apodo: “Papá Noel”. No era su cuerpo grande, ni su pelo y su bigote canoso, ni siquiera porque también vivía en un lugar frío y gris. Era porque desprendía ternura y cariño a todos los que estaban a su alrededor. Víctor, que un día fue un importante ingeniero que trabajaba para el gobierno de su país y que había recorrido tantos países como años tenía ella de vida, ahora la guiaba por aquella gigantesca ciudad. Se dirigía a ella con tanto respeto y decía "gracias" tantas veces.... que parecía deberle algo. No se sentía con derecho.

En aquel viaje aprendió que hay quien no sabe lo que es un abrazo. Sin esperarlo se encontró rodeada de aquellos ojos bajitos. Unos ojos que no acompañaban a sus bocas risueñas, vacíos de cariño. Ella no pudo más que repartir sus besos y sus caricias como pudo, sabiendo que para algunos de esos niños serían los primeros besos que habían recibido en su vida. No le hizo falta hablar el mismo idioma que ellos, también se habla con la mirada. Y salió de allí sin querer irse y sin poder hacer más que repartir su cariño durante 5 minutos. Sintiéndose mal.

Y aunque sabe que poco puede hacer ella por arreglar el mundo, desde aquel viaje ya no quiere seguir mirando para otro lado. Ahora prefiere mirar por la ventana que abrió en su vida hacia aquel otro lugar y seguir asomándose a ella cada día.

5 comentarios:

NBRuJaDo dijo...

Por favor, casi me da una embolia cerebral con tanta profundidad. Como si dijeramos... "al que le toca, le toca". Yo por mi parte voy a seguir tan quejica como siempre. Y por si nos estrellamos con el avión o si se me lleva un huracán aprovecho pa despedirme. ;)

Candies_M dijo...

No si de ti no esperábamos otra cosa. Pero si vieras con tus ojitos ciertas cosas.....yo creo que hasta tú dejarías de quejarte por to ;) Yo es que cualquier día me voy por ahí de misiones, que la informática me frustra :-P

Pásatelo bien, vuelve muy morenito y déjame el Corsa en el testamento por si te estrellas por ahí ;)

NBRuJaDo dijo...

Sor Maria te vamos a llamar a partir de ahora, jeje. Yo por mi encantao, ya tienes en el testamento mi cucaracha, como el seguro de vida ya paga el resto del prestamo pos te lo quedas y sin ninguna deuda... Pero ten en cuenta que la pobre está gafada, ya mismo le toca tener otro accidente, y por lo que parece la cosa va increscendo

Candies_M dijo...

Hombre....tú sabes que dios y yo no nos llevamos bien, así que lo de "Sor" lo vamos a dejar pa otra vida ;)

¿¿¿Y no has pensado que quizás no sea que tu cucaracha está gafada, sino que TÚ conduces como un loco y aparcas en mitad de la calle??? Piénsalo y no nos des más sustos

NBRuJaDo dijo...

Definitivamente es la cucaracha que esta gafada... yo soy el fernando alonso de la conducción de andar por calle!! saco de la carretera hasta a 4x4. pa eso hay que tener arte.