domingo, 16 de diciembre de 2007

Cuento para pensar

Camino por mi camino. Mi camino es una ruta con un solo carril: el mío. A mi izquierda, un muro eterno separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, al otro lado del muro. De vez, en cuando, en este muro encuentro un agujero, una ventana, una hendidura... Y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.

Un día, mientras camino, me parece ver, al otro lado del muro, una figura que transita a mi ritmo, en mi mis­ma dirección. Miro esa figura: es una mujer. Es hermosa. Ella también me ve. Me mira. La vuelvo a mirar. Le sonrío... Me sonríe.

Un momento después, ella sigue su camino y yo apuro el paso porque espero ansiosamente otra oportunidad para cruzarme con esa mujer. En la siguiente ventana me detengo un minuto. Cuando ella llega, nos iramos a través de la ventana. Le digo con señas lo mucho que me gusta. Me contesta con señas. No sé si significan lo mismo que las mías, pero intuyo que ella entiende lo que quiero decirle. Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero sé que mi camino continúa...

Me digo que, quizá, más adelante en el camino habrá seguramente una puerta. Y a lo mejor yo puedo cruzarla para encontrarme con ella. Nada da más certeza que el deseo, así que me apuro para encontrar la puerta que imagino. Empiezo a correr con la vista clavada en el muro. Un poco más adelante, la puerta aparece. Allí está, al otro lado, mí ahora deseada y amada com­pañera. Esperando... Esperándome...

Le hago un gesto. Ella me devuelve un beso en el aire. Me hace una seña como llamándome. Es todo lo que necesito. Avanzo contra la puerta para reunirme con ella, a su lado del muro. La puerta es muy estrecha. Paso una mano, paso el hombro, hundo un poco el estómago, me retuerzo un poquito sobre mí mismo, casi consigo pasar mi cabeza...Pero mi oreja derecha se queda atascada. Empujo. No hay forma. No pasa. Y no puedo usar mi mano para retorcerla, porque no podría poner ni un dedo allí...

No hay espacio suficiente para pasar con mi oreja, así que tomo una decisión... (Porque mi amada está allí, y me espera). (Porque es la mujer con la que siempre soñé y me está llamando...)

Saco una navaja de mi bolsillo y, de un solo tajo rápido, me atrevo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta. Y lo consigo: mi cabeza consigue pasar. . Pero, después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que queda atrapado. La puerta no tiene la forma de mi cuerpo. Hago fuerza, pero no hay remedio. Mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y mi otro brazo no pasan...Ya nada me importa, así que...Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo impulso y fuerzo mi paso por la puerta. Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgado, como sin vida. Pero ahora, afortunada­mente, en una posición tal que puedo atravesar la puerta...Ya casi estoy al otro lado.

Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado al otro lado. Por mucho que me esfuerzo y me esfuerzo, no consigo pasar. No hay forma. La puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella. Demasiado angosta: no pasan mis dos pies...No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada. No puedo echarme atrás... Así que, agarro el hacha y, apretando los dientes, doy el golpe y desprendo la pierna. Ensangrentado, a saltos, apoyado en el hacha y con el bra­zo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada.

—Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. He pagado todos los precios por ti. Todo vale en la guerra y en el amor. No importan los sacrificios. Valían la pena si eran para encontrarse contigo, para poder seguir juntos... Juntos para siempre......

Ella me mira mientras se le escapa una mueca.
—Así no, así no quiero... A mí me gustabas cuando estabas entero.


Jorge Bucay-"Cuentos para pensar"

lunes, 3 de diciembre de 2007

Ampliando el vocabulario

Yo que soy una ferviente fan de los chistes malos. Que a veces hasta hay quien me mira pensando "¿¿pero cómo te puedes reir de eso??". Y que muchas veces he jugado con mi amiga Alicia a sacarle significados "graciosos" a las palabras (significados que sólo nos hacen gracia a ella y a mi). Pues he recibido en mi correo un mail que me va que ni pintado. Lo sé, son tonterías y puede que no le haga gracia a nadie, pero yo me he partido de risa al leerlo.
Va para ti Peli, vuelve pronto de La France ;)

INESTABLE: Mesa norteamericana de Ines.
ONDEANDO: Onde estoy
CAMARÓN: Aparato enorme que saca fotos.
DECIMAL: Pronunciar equivocadamente.
BERMUDAS: Observar a las que no hablan.
TELEPATÍA: aparato de TV para la hermana de mi mamá.
TELÓN: Tela de 50 metros ... o más.
ANÓMALO: Hemorroides.
BERRO: Bastor Alebán.
BARBARISMO: Colección exagerada de muñecas barbie.
CHINCHILLA: Auchenchia de un lugar para chentarche.
DIADEMAS: Veintinueve de febrero.
DILEMAS: Háblale más.
MANIFIESTA: Juerga de cacahuetes.
MEOLLO: Me escucho.
ATIBORRARTE: Desaparecerte.
CACAREO: Excremento del preso.
CACHIVACHE: Pequeño hoyo en el pavimento que está a
punto de convertirse en vache.

ELECCIÓN: Lo que expelimenta un oliental al vel una
película polno.

ENDOSCOPIO: Me preparo para todos los exámenes excepto
para dos.
NITRATO: Ni lo intento.
NUEVAMENTE: Cerebro sin usar.
TALENTO: No ta rápido.
ESGUINCE: Uno más gatorce.
ESMALTE: Ni lune ni miélcole.
SORPRENDIDA: Monja en llama

domingo, 2 de diciembre de 2007

Algo más que palabras

Me he vuelto a sentar frente a una hoja en blanco esperando a que salgan las palabras. Escribo algo y pienso en lo que dirán los que me lean, en si dejo ver demasiado de mí en lo que aquí plasmo. Al fin y al cabo esto no es más que un escaparate de palabras, palabras que disfrazan directas, que desnudan indirectas o que dan a entender sin decir del todo. No son más que un vestido con transparencias de una vida.

Escribiendo te das cuenta del valor que tiene cada palabra. De que no hay nada que pueda más que las palabras justas en su justo momento. Y de cómo las mismas pueden perder todo su valor por llegar sólo un ratito tarde.

¿Acaso hay algo que nos diga más de una persona que aquello que sale de su boca? Una conversación puede llegar a enamorarnos, a dejarnos con ganas de más, a no dejar que olvides a alguien. Y ya se sabe que es mejor mantener la boca cerrada y parecer tonto que abrirla y no dejar dudas de ello. Siempre he pensado que la inteligencia de alguien sale a pasear de la mano de sus palabras.

Una pregunta puede ser un acto de cortesía, una manera de romper el hielo o ir más allá de una simple duda o interés por alguien, escondiendo el deseo de saber algo más que lo preguntado.

Un “sí” puede significar un comienzo, un quizás, una puerta abierta, un todo, una vida. A menudo buscamos nuestro reflejo en la letra de una canción pasando por alto la melodía. Nos preocupamos por el “qué dirán” o porque no digan nada de nosotros. Decimos que confiamos en alguien si creemos en su palabra. Que hay palabras que duelen más que los golpes. Y que cualquier guerra comienza y termina con la dialéctica.

Quien piensa dos veces lo que va a decir sabe lo que se juega en una palabra. Mientras, yo prefiero sacar a pasear lo que pienso, prefiero no desvestir de espontaneidad mis palabras aunque con ello enfade, sorprenda, sonroje o alegre a quien las recibe. Pediré perdón mil veces más por decir algo en lugar de sentarme a pensarlo antes.

Pero las palabras también necesitan salir a respirar, airearse y ser escuchadas. Prefiero seguir siendo esclava de mis palabras que dueña de un silencio que no diga nada.