miércoles, 24 de octubre de 2007

Melancolía


"La melancolía es el placer de estar triste."

Víctor Hugo


En días como el de hoy, en los que la tristeza se viste con mis silencios, recuerda que nadie habla más fuerte que cuando calla.

En días como el de hoy ven a buscarme en mi azul. Allí donde encuentran cobijo las almas tristes, donde aprenden a hablar los silencios y a callar las palabras. Cárcel de tantas falacias, de ironías y de bromas que encierran en el fondo una verdad no confesada. Que no hay nadie que le haya enseñado a mentir a unos ojos y hasta la tristeza se desnuda a través de ellos.

domingo, 21 de octubre de 2007

A todos los que me animan en el gimnasio

A los que me dan conversación mientras estoy muerta en la bicicleta esa, cuyo nombre me cuesta hasta pronunciar.

Y me dicen lo orgullosos que están del esfuerzo que hago, cuando la báscula no baja ni medio kilito.

Que me pican para que coja un poco más de peso en alguna que otra máquina.

Y que son los únicos con los que me gusta encontrarme a pesar de saber que en 10 segundos me convertiré en un tomate sudoroso....


A todos aquellos que me animan en el gimnasio....
....que se reducen a ti.

P.D: No dedico un párrafo en una entrada, pero dedico una entrada entera ;)

miércoles, 17 de octubre de 2007

Colega, ¿dónde está mi coche?

Hay quien no tiene definida una orientación política concreta y vive feliz sin políticos que les den malos ratos.

Hay quien no tiene clara su orientación sexual: que si carne, que si pescado......o quien la tiene tan definida que se queda con el 100%

Hay quien necesita orientación laboral, porque le gustan tantas cosas que no sabe en qué trabajar o porque realmente lo que le gusta es el hecho de no trabajar.

Hay quien vive sin una orientación religiosa y emplean su fe en las personas que le rodean, en que Fernando Alonso y Hamilton se den un golpecito y gane el mundual Raikkonen, en que el Madrid recoja otra liga por suerte....

Pero tb hay quien, como yo, vivimos con poca (o ninguna) orientación espacial. Que aparcamos el coche en una callecita y nos pasamos media hora buscándolo; que creemos que estamos al lado de Reyes Católicos y aparecemos al lao de San Juan de Dios; que no sabemos si esto es el norte o el sur; que damos tres mil vueltas para llegar a la calle de al lado; y que si encontramos el camino más corto para llegar a un sitio, es consecuencia única de la suerte....

Este es un homenaje para aquellas personas que nos encontrarmos perdidas la mitad de las veces que salimos a la calle y para las que llegar a un sitio nuevo puede convertirse en algo tan divertido como salir de un laberinto. Quizá un día nos levantemos sabiendo dónde estamos y si no, siempre podemos pedirnos un GPS por navidad.





jueves, 11 de octubre de 2007

La batalla contra el michelín


Por todos es sabido eso de que con el nuevo año, vienen todos los buenos propósitos que piensas conseguir. Para mí, será defecto de estudiante, el nuevo año llega con el nuevo curso. Y justo ese día, a la primera hora del primer día del primer cuatrimestre del curso, hago mis buenos propósitos.

Por supuesto que la lista la encabeza siempre: “este año estudio todos los días y desde el primer día” (jajajaja). Lo curioso es que después de cinco años de carrera todavía me lo sigo creyendo. Seguimos con “no pienso faltar ni a una hora de clase”, “voy a acostarme temprano todos los días”, “voy a comer sano”, “voy a hacer deporte”, “voy a tener el piso como los chorros del oro”…. Y un largo etcétera de propósitos sin sentido que no tardas ni una semana en dejar de cumplir.

Pues bien este año, que espero sea el último que pase como estudiante, quiero que sea especial y con ello estoy intentando cumplir cada uno de estos propósitos. Estoy siendo formal en la mayoría de ellos y para empezar he decidido hacer algo con este “cuerpo serrano”, así me he puesto a dieta y apuntado al gimnasio.

Sí. Yo que no he hecho más deporte que el que me daban en Educación Física en el instituto, y porque era obligatorio. Aún recuerdo como Lelia nos animaba diciendo aquello de: “¡¡¡VENGA MUCHACHOLL!!!” y a mí me faltaba hasta el oxígeno a los 10 minutos de empezar la clase….Pues ahora hago deporte y por voluntad propia.

El primer día me encontré de camino pensando: dios que no haya mucha gente para verme hacer el ridículo. Tras unos días, una pasa de todo y asimila que todo el mundo va a verte sudando, con el pelo horrible y roja como si fueras a explotar con sólo soplarte. Después de agotar todo el oxígeno en las máquinas de “cardio” (adoptando ya la jerga del gimnasio), me voy a poner en forma mis: bíceps, abductores, abdominales, glúteos, pectorales…..vamos, levantar peso con todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo.

Y allí estoy yo, frente al espejo en una máquina, orgullosa porque levanto 15 kilos mientras cualquiera levanta al menos 40. Intentando que mi cara no cambie y parezca que me he tragao un kilo de limones cuando llevo 10 repeticiones y me duelen hasta las pestañas. Ante todo digna y elegante. Y así durante casi dos horas, cuando salgo te sientes orgullosa, sucia, pero orgullosa y hasta te vas mirando de reojo en los escaparates de las tiendas y piensas: “parece que estoy más delgada”. Al llegar a casa descubres un músculo más que no sabías que existía…..¡¡pero que no veas como duele!!

Y te convences de que todo vale la pena por estar monísima para el verano. Cenas algo, normalmente de color verde y te vas a la cama a ver si con suerte sueñas esa noche con el país donde no existen los kilos de más, ni los michelines y puedes hartarte de comer chocolate sin que se te enganche al michelín derecho como si fuera una lapa.

domingo, 7 de octubre de 2007

Creer en ellos

Hay días en los que no apetece levantarse de la cama. Días en los que bajas todo lo que puedes la persiana esperando que el amanecer pase de largo. Y te refugias en tu burbuja de tela, bajo las sábanas. Incluso deseas que si llegas a levantarte, en la calle sólo encuentres un día tan gris como el que hay en tu cabeza.

Pero en días como esos llegan ellos, sin que le hayas dicho que estás triste, sin que le hayas pedido que te llamen o que vengan.

Suena el teléfono cuando ya no esperas que llame nadie: “te noto triste”. Y te sientes bien, porque se ha dado cuenta sin que tú digas nada, porque cuentan contigo y piensan en ti.

Recibes un mensaje en el móvil diciendo que eres mucho para ellos. Que se acuerdan de ti aunque os separen cientos de kilómetros, sin necesidad de verte cada día, sin cruzarse contigo en meses. Simplemente porque sí.

Y te echan de menos sin motivos. Comparten sus sueños contigo. O te buscan cuando necesitan consuelo. No juzgan tus acciones y perdonan tus ausencias.

Hay quienes, como yo, no necesitamos creer en dios. Quizás porque prefiero creer en esas personas que siento cerca. Que no siempre están físicamente a mi lado, pero siempre están. Que me levantan de la cama en días oscuros, que ponen el azul en el cielo y sobre todo que me ayudan a no ahogarme en los charcos que voy encontrando en el camino.