miércoles, 21 de noviembre de 2007

Volveré



Bien es sabido por los artistas, poetas, escritores y sobre todo.....blogeros (como elune). Que hay veces en los que las musas te abandonan o que lo que escribes es tan deprimente que te nominarían para ser expulsada de "La Casa del Gran Blogero". Por lo que decides no escribir nada.

Así que en esta época de sequía inspirativa (vamos, que no se me ocurre nada decente que colgar por aquí), quiero que todos mis pocos, pero buenos lectores, sepáis que pienso en vosotros a cada rato que me siento frente a una página del Word en blanco sin saber qué escribir.

Y puedo prometer y prometo que de un momento a otro VOLVERÉ.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Humor Friki






CHISTE:

Un hombre cruzaba un camino un día en donde había una rana, que le dijo en voz alta dirigiéndose a él:
  • Si me besas, me convertiré en una hermosa princesa

Se agachó, cogió la rana y se la metió en el bolsillo. La rana le miro de nuevo y le dijo:

  • Si me besas, me convertiré en una hermosa princesa y le diré a todo el mundo lo inteligente y valiente que eres, y que eres mi héroe.

El hombre cogió la rana de su bolsillo, le sonrió, y la volvió a guardar en su bolsillo. La rana le habló de nuevo y le dijo

  • Si me besas, me convertiré en una hermosa princesa y seré tu pareja durante una semana

El hombre cogió la rana de su bolsillo, le sonrió, y la volvió a guardar en su bolsillo. La rana entonces le gritó

  • Si me besas, me convertiré en una hermosa princesa, y me quedaré contigo durante un año en donde haré cualquier cosa que me pidas

El hombre cogió la rana de su bolsillo, le sonrió, y la volvió a guardar en su bolsillo. Finalmente la rana pregutó:

  • ¿Pero que te ocurre? Te he dicho de convertirme en una hermosa princesa y de hacer lo que tu quieras durante un año… ¿por qué no me besas?

El hombre dijo:

  • Mira, yo soy un informático. No tengo tiempo para una novia, pero tener una rana que habla está genial

sábado, 3 de noviembre de 2007

Leche, cacao, avellanas y azúcar


Año tras año, generación tras generación, todos hemos ido creciendo gracias a tres cosas: a la leche, los petit-suisse (que a mí me debieron de dar 4) y sobre todo a ese regalo del cielo, a ese manjar de los dioses: a la Nocilla.

Y durante todo el tiempo que duró nuestra niñez la hemos comido en todas sus posibles combinaciones: tostadas de nocilla, un sandwich calentito de nocilla, bocadillos de nocilla, galletas con nocilla, bizcochos untados en nocilla, yogurt natural con nocilla, fresas mojadas en nocilla y hasta nocilla, sin más, a cucharadas.

Sin embargo, lo que nadie nos avisó, lo que ninguna madre dice mientras atiborra a su niño con bocadillos de nocilla por las tardes para que crezca, es que esa inofensiva crema de avellanas es una droga más que cuando pruebas no puedes dejar de tomar. Y es que mi madre no era como la madre del anuncio de la nocilla, el de la niña chinita que dice "Mi mamá es la más mejor porque hace que las galletas tengan caras y sonrían". No cariño no....tu madre es una cutre que le echa dos gotas de nocilla a la galleta, la mía hacía tsunamis de nocilla en mis tostadas....¡¡mi mamá es la más mejor!!

Lo peor es que llegamos a mayores siendo adictos a la nocilla, como lo soy yo, y nos olvidamos de que a nuestras edades todo lo que comes también te hace crecer, ¡pero a lo ancho! Y aunque intento evitarla todo lo que puedo, ni la mejor clínica de desintoxicación de Miami puede hacer que la olvide para el resto de mi vida. Si hasta se me ha hecho la boca agua mientras escribía esta entrada....

En fin, mejor voy a dejar de escribir sobre el tema. Sólo una cosa más, a quien lea esto y piense que se me ha vuelto a ir la cabeza o que sufro de enajenación mental transitoria, todo tiene una explicación: y es que esta mañana, en un acto más de saltarme la dieta a la torera y llevada por las tentaciones que mi madre me pone ante los ojos, me he metido entre pecho y espalda una buena tostada de nocilla de esas que cuando las muerdes el chocolate gotea en el plato porque no hay pan que soporte tanto peso. Y aunque de eso hace ya horas, desde que la tomé no dejo de escuchar en mi interior esa maldita musiquilla:

"....leche, cacao, avellanas y azúcar..."