He encontrado, no sé ni cómo, esta foto de un estómago que me ha recordado al mío. Imagino que debe sentirse un poco como éste, o de lo contrario es un poco "cabroncete", porque no deja de doler. Al menos espero que mi úlcera no sea tan enorme, porque al final voy a tener que optar por la solución desesperada: ponerme en las manos de un médico.
Últimamente tengo muy abandonado esto, quizás me haya salido una úlcera también en el cerebro que me impide pensar y se están escapando todas mis neuronas por ahí. O las musas han hecho las maletas definitivamente, hartas de que no les haga caso, de que haya dejado de llamarlas y de pensar en ellas. ¿Estarán celosas? Mira que nos lo pasábamos bien huyendo de las prácticas, pasando horas rellenando hojas en blanco...
Mientras vuelven seguiré poniendo fotos, que ya dicen que valen más que mil palabras. Digo yo que mi cerebro algún siglo de estos se decidirá a despertar.
Después de la tregua que nos había dado el tiempo parece ser que las nubes han vuelto para recordarnos que todavía queda invierno. Así que llueve y llueve sin descanso. No sé si será que me estoy acostumbrando a los días grises, con todos los que estamos teniendo este año, pero hoy ni siquiera ellos consiguen ponerme triste.
Para los que se dejen llevar por la melancolía de los días grises, os dejo estas fotos. Hasta la lluvia puede ser bonita si quitamos aquello que empaña el cristal de nuestros ojos.
Navegando por la blogosfera me he encontrado con un artículo que hablaba sobre la empatía. Algo que todos decimos tener, pero que ponemos muy poco en práctica. Según la Real Academia la empatía es lo siguiente: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Para que nos entendamos bien, la empatía viene a ser eso de “ponerse en el lugar del otro”. Lo cierto es que el artículo explicaba el concepto a la perfección e incluso qué hacer para actuar con empatía con nuestras parejas, amigos o familia. Pero leyéndolo me he dado cuenta de la dificultad que encierra el concepto en sí a la hora de ponerlo en práctica en nuestra vida y sobre todo de lo poco que lo hacemos.
Todos hemos pensado alguna vez “yo no hubiera actuado así” ante la reacción de otra persona en determinadas circunstancias o “¡cómo te pones por una tontería!”. Pero no se nos ocurre, antes de juzgar la reacción o sentimientos de alguien, ponernos en su lugar. Y con ponernos en su lugar me refiero a pensar en cómo nos sentiríamos o actuaríamos si pensáramos como esa persona, si sintiéramos como ella, con sus vivencias, valores y opiniones. Realmente eso es lo complicado.
En lo que respecta a los sentimientos no hay verdades absolutas, nadie puede dar unas pautas exactas de lo que se debe sentir en cada situación. Nadie tiene una lista de cosas por las que debemos enfadarnos o que nos puedan afectar. Por ello, no tendríamos por qué culpar a nadie por sentirse bien o mal frente a un hecho concreto. Sobre todo porque no estamos dentro de esa persona y, por ello, no podemos más que juzgar las actuaciones o reacciones de los demás bajo nuestra propia mirada.
Realmente nadie, por mucho que se esfuerce, puede entender a la perfección todas las reacciones del resto de personas ajenas a él mismo. Pero es posible llegar a entenderlas mejor si intentamos centrarnos no en la reacción en sí, sino en todas las circunstancias que la han llevado a actuar o pensar de esa manera. Esforzarse por ponerse en la piel del otro y comprenderlo. Intentar vislumbrar qué es lo que esa persona valora para que haya reaccionado así ante determinadas circunstancias.
El error está en que cuando intentamos ponernos en el lugar de los demás, lo hacemos sin despojarnos de nuestros propios prejuicios, moral, valores o vivencias. Sin pararnos a pensar que antes de juzgar a nadie deberíamos mirar detrás de la reacción de esa persona para entender por qué, siendo como es, ha actuado de esa manera. Esa es la verdadera empatía.
Ahora que tan de moda está el tema del famoso canon y su batalla contra Internet y la "piratería", me gustaría dejar un ejemplo de cómo esa ventana al mundo que nos ofrece Internet, sirve para mucho más de lo que esa gente cree.
Por ejemplo para dar a concer la obra de alguien que quizá no dispone del dinero que hace falta para que una discográfica le escuche, pero al que seguramente le sobra el talento para hacerlo mejor que millones de cantantes forrados de dinero.
No creo que haga falta poner de manifiesto la estupidez que es pagar por un disco duro, un reproductor o un simple CD virgen que sólo va a servir para mi uso personal. El problema es que el canon no vela por los intereses de los derechos de autor, sino que los verdaderos beneficiados son las compañías que andan detrás de cada uno de esos autores. Al fin y al cabo son ellas las que se forran a costa de vender discos y de la publicidad que hacen con ellos.
Pero, ¿qué pasa cuando disponemos de algo que nos permite asomarnos al mundo? ¿Algo que permite que alguien se dé a conocer de manera gratuita? ¿Qué pueden hacer contra eso? Un ejemplo de ello es Lionel Neykov: es de Nueva York, hace música tranquila y agradable con su guitarra acústica. Da conciertos por la zona de la Gran Manzana y ha llegado a ser la BSO del anuncio de la lotería de Navidad de este año gracias a Youtube, sin necesidad de recurrir a una discográfica que se lleve el dinero de todo su trabajo y esfuerzo por el mero hecho de hacerle publicidad. Hay cosas con las que un estúpido canon nunca podrá.
Seguramente hayáis comentado esto una y mil veces con algún amigo. Pero, ¿quién no ha visto alguna vez la película de los sábados por la tarde de Antena 3? Esa película que tú no verías por voluntad propia jamás, pero que a tu madre le encanta. Que hasta nos meten prisa en la comida “venga niña que va a empezar la película de Antena 3” y justo antes de que empiece se sientan en el sofá, nos miran con un brillo de emoción en los ojos y dicen: “esta creo que va a ser muy bonita, lo he visto en el anuncio”. A lo cual una tiene que asentir, como toda buena hija que se precie.
Pero, ¿cuál es el secreto de las películas de Antena 3? Por lo que parece, para que las sobremesas de los sábados tengan éxito, la película en cuestión ha de tener al menos un par de estos ingredientes:
Niños pijos de instituto.
Chica dulce e inocente enamorada de uno de los pijos.
Una violación múltiple.
Un asesinato con enterramiento en el bosque y al lado de una laguna (esto siempre, de lo contrario no vale como película de Antena 3).
Un jefe de policía que no tiene ni puñetera idea de nada.
Secuestro de una niña (si la niña se llama Keity mejor).
Embarazo a los 15 años con el consecuente abandono del padre del niño.
Y la morena del lunar cerca de la boca, que puede actuar de madre, vecina, tía, mujer violada, policía, esposa, etc, etc. Con la única condición indispensable de que siempre, siempre es la buena de la película.
Hay algunas que hasta contienen todos y cada uno de los elementos de la lista anterior, por ejemplo: una chica adolescente llamada Keity es una estudiante modelo. Vive enamorada del chico pijo más popular del instituto, el cual no le presta ni la más mínima atención. Hasta que éste hace una apuesta con el resto de pijos. Entonces se la liga y gana la apuesta. En la primera cita la lleva al bosque y la convence de que deben tener sexo, porque él la ama y estará el resto de sus días junto a ella. Ella, como lo hace por amor, acepta. Entonces se queda embarazada. Cuando el chico se entera intenta que ella aborte, como la chica es cristiana y de buena familia no acepta eso del aborto.
Entre tanto tu padre, que estaba echando la siesta en el sofá, abre un ojo como puede y suelta: “¡vaya mierda de película!”. Es entonces cuando tu madre lo atraviesa con la mirada láser fulminadora y suelta: “¡¡cállate y sigue durmiendo, que no dices nada más que tonterías!!”.
Prosigue la película: al no aceptar el aborto como opción, es cuando el pijo entra en cólera, secuestra a Keity y la lleva al bosque, cerca de la laguna. Allí la violan entre él y el resto de pijos, la asesinan y la entierran (si la entierran con una mano fuera mejor, porque ya he dicho que el sheriff es un poco cortito). A partir de ahí la madre, que por supuesto es la morena del lunar cerca de la boca, remueve cielo y tierra hasta que da con el culpable. Y el niño pijo y sus amigos acaban en la cárcel. FIN.
¡¡Dios, esas son las mejores!!
Por si fuera poco, en Antena 3 no les basta con poner una superproducción de este calibre, ¡por eso ponen dos seguidas! Es lo que ellos llaman “Multicine”. Como guinda del pastel, la película no será lo mismo si no tiene un título sugerente: “Inocencia perdida”, “Violación cruel”, “Un marido bajo sospecha”, “El infierno de Keity”, “Visiones del pasado”….
En fin, que el panorama no es como para dar saltos de alegría, pero las posibilidades no son muchas. Podemos elegir entre el Multicine de Antena 3 y Cine de Barrio, ¿alguien da más? Son tan buenas ambas opciones que por eso yo prefiero que elija mi madre, que para eso es la experta en la programación de los sábados por la tarde.
He encontrado, no sé ni cómo, esta foto de un estómago que me ha recordado al mío. Imagino que debe sentirse un poco como éste, o de lo contrario es un poco "cabroncete", porque no deja de doler. Al menos espero que mi úlcera no sea tan enorme, porque al final voy a tener que optar por la solución desesperada: ponerme en las manos de un médico.
