sábado, 14 de junio de 2008

S.O.S.

En mi cabeza la pregunta de siempre: ¡¡¡¿¿¿por qué no estudié magisterio???!!!






lunes, 9 de junio de 2008

Las distintas formas de la fe

No recuerdo cuando fue el día en que dejé de creer. Hay quien me conoce y se empeña en ponerle fecha a ese momento, cuando ni siquiera yo sé cuándo ni por qué. Alguna noche me acostaría cansada de rezar, de ver que el mundo nunca va a mejor, que cada vez lo destrozamos más y nadie hace nada por evitarlo y caería sin remedio en el hastío de la fe.

Hay un momento en la vida de un niño, en el que empieza a formar su propia opinión sobre las cosas que le rodean. Deja de asentir a lo que durante años ha escuchado de sus padres. Y se acaba ese papel de víctima de publicidad subliminal, para comenzar a pensar por sí mismo y labrarse un “yo” con el que tendrá que enfrentarse al mundo.

Yo comencé por desear a mi madre las buenas noches con un “hasta mañana” sin acompañarlo del tan gastado “si dios quiere”. Dejé de otorgarle las mayúsculas al Él, Ti, Señor, Padre y Dios. Incluso paseé por el agnosticismo durante un tiempo. Pero el camino sólo me llevó a no creer.

Y es que eso de creer.....Porque la palabra tiene distintas acepciones. Puedo decir “creo que mañana madrugaré” con lo que expreso “que puede (o no) que me levante mañana temprano, que supongo que me levantaré temprano…”. Pero si digo “creo en algo”, “creo en alguien”, “te creo”, “lo creo”, estoy poniendo mi más firme convicción en ese algo o ese alguien. Estoy otorgándole mi confianza, fiándome y apoyándome.

Creo en ti.

¿A cuántas de las personas que me rodean puedo decirles eso? Pienso que son tantas las que he conocido en mi vida y tan pocas a las que se lo he dicho.... Y aún así, nadie nos asegura que, después de decirlas, pasado un tiempo no tengamos que volver a tragárnoslas. Por eso no puedo creer en algo que no veo, que no da señales de que exista, que no me facilita la vida, que no se ha demostrado científicamente, que permite un mundo como el que tenemos.

Me río de los que dicen que siguen la palabra de algún (gran) hombre que predicaba bondad, comprensión, justicia y amor. Y para ello se limitan a ir una vez por semana a lavar sus conciencias a la iglesia más cercana. ¿Soy peor persona por no hacerlo? No me inspira confianza una institución que no acepta a las mujeres en su jerarquía; que obliga a los que están en ella a renunciar a toda una vida para vivir la que ellos quieren; que venden una imagen de humildad y guardan en la recámara obras de arte millonarias, joyas y vete tú a saber qué más; que nos imponen una conducta moral; y que no aceptan a nadie que ponga un pie fuera del sendero que ellos marcan.

Supongo que la gente no está preparada para vivir sola en el mundo, necesitamos “algo” en lo que apoyarnos cuando tropezamos. Realmente da vértigo caminar sin hacerlo del brazo de alguien. Quizás por eso se haga más difícil vivir sin ese consuelo, sin algo en lo que apoyarte pase lo que pase. Y sentirnos solos, a veces, es el precio a pagar por haber perdido esa fe (que no otra).

Por otro lado hay quien piensa que lo difícil es seguir creyendo a pesar de las adversidades. Lo difícil es conservar la fe. Y que no se puede vivir, como yo, sin creer en nada. Pero, ¿quién dice que yo no creo en algo? Es sólo que no cambio un mundo tangible por un reflejo de otro. Prefiero creer en las personas de carne y hueso. Hacer de ellas mis propias divinidades. Confio, me fio y me apoyo. Creo en lo que me dicen mis amigos, en que los sueños se pueden conseguir si se persevera en ellos, en mi familia, en la gente que siempre me mira a los ojos y en mil y una cosas más que no son un ente de dudosa omnipotencia.


Y si esto no es tener fe, amigos.....

....que baje dios y lo vea.

miércoles, 4 de junio de 2008

Dudas


"Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.

Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra
y los necios de espíritu.

[...]

Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira."

Francisco M. Ortega Palomares

Siempre me ha gustado tener las cosas claras en la vida, tomar las riendas y caminar sabiendo siempre adónde voy. Me he guiado por mis convicciones, por lo que me gustaba. No he dudado, al menos no durante mucho tiempo, sobre qué camino tomar. Años antes de empezar la carrera ya sabía que era esto a lo que me gustaría dedicar mi vida y he aguantado seis años sin moverme de aquí a pesar de que son muchos los que se empeñan en hundir el barco.

Pero hay días en los que realmente no sé si merece la pena seguir en pie, aguantar por algo que puede que no llegue nunca. Quizás muchos piensen que tengo una visión idealista, que aunque al final todos nos dejemos llevar por lo mismo, yo prefiero guardar el sable de mercenario que lucha sin causa y luchar, aunque sin mucho beneficio, por la mía.

Me gustaría encontrar un país, una ciudad o simplemente un rinconcito de algún lugar donde me quieran valorar por dedicarme a lo que me gusta. Donde sea legal el matrimonio entre la ingeniería y la informática. Y aunque mucho me temo que ese lugar está lejos de dónde a mí me gustaría estar, cada día tengo más claro que me moveré todo lo lejos que haga falta para encontrarlo. Siempre he sido una inconformista y en esto no puedo más que seguir siéndolo.

Pero hoy por hoy me encuentro navegando a la deriva en un mar de dudas, sin saber hacia dónde debo remar. Bajo soles que parece que calientan pero no dan luz, que corren a esconderse tras su nube a poco que me ven tumbarme frente a ellos esperando su calor. Y en el fondo esperan que deje una rendija abierta en mi ventana para que al menos, de cuando en cuando, pueda entrar un rayito de su luz.

Estando así, lo mejor será echar el ancla para perderme en mi noche oscura, que hasta puede que vea más claridad que en cualquiera de mis días nublados y así tumbarme, sin más, a ver al mundo pasar.