viernes, 16 de enero de 2009

Eso de la empatía


Navegando por la blogosfera me he encontrado con un artículo que hablaba sobre la empatía. Algo que todos decimos tener, pero que ponemos muy poco en práctica. Según la Real Academia la empatía es lo siguiente: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Para que nos entendamos bien, la empatía viene a ser eso de “ponerse en el lugar del otro”. Lo cierto es que el artículo explicaba el concepto a la perfección e incluso qué hacer para actuar con empatía con nuestras parejas, amigos o familia. Pero leyéndolo me he dado cuenta de la dificultad que encierra el concepto en sí a la hora de ponerlo en práctica en nuestra vida y sobre todo de lo poco que lo hacemos.


Todos hemos pensado alguna vez “yo no hubiera actuado así” ante la reacción de otra persona en determinadas circunstancias o “¡cómo te pones por una tontería!”. Pero no se nos ocurre, antes de juzgar la reacción o sentimientos de alguien, ponernos en su lugar. Y con ponernos en su lugar me refiero a pensar en cómo nos sentiríamos o actuaríamos si pensáramos como esa persona, si sintiéramos como ella, con sus vivencias, valores y opiniones. Realmente eso es lo complicado.


En lo que respecta a los sentimientos no hay verdades absolutas, nadie puede dar unas pautas exactas de lo que se debe sentir en cada situación. Nadie tiene una lista de cosas por las que debemos enfadarnos o que nos puedan afectar. Por ello, no tendríamos por qué culpar a nadie por sentirse bien o mal frente a un hecho concreto. Sobre todo porque no estamos dentro de esa persona y, por ello, no podemos más que juzgar las actuaciones o reacciones de los demás bajo nuestra propia mirada.


Realmente nadie, por mucho que se esfuerce, puede entender a la perfección todas las reacciones del resto de personas ajenas a él mismo. Pero es posible llegar a entenderlas mejor si intentamos centrarnos no en la reacción en sí, sino en todas las circunstancias que la han llevado a actuar o pensar de esa manera. Esforzarse por ponerse en la piel del otro y comprenderlo. Intentar vislumbrar qué es lo que esa persona valora para que haya reaccionado así ante determinadas circunstancias.


El error está en que cuando intentamos ponernos en el lugar de los demás, lo hacemos sin despojarnos de nuestros propios prejuicios, moral, valores o vivencias. Sin pararnos a pensar que antes de juzgar a nadie deberíamos mirar detrás de la reacción de esa persona para entender por qué, siendo como es, ha actuado de esa manera. Esa es la verdadera empatía.

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